Carta Pastoral - Hemos venido para Servir

 

S. Em. Rev. Mons. Kevin Cardenal Miranda
POR GRACIA DE DIOS Y DE LA SANTA SEDE APOSTÓLICA
OBISPO DIOCESANO DE LA DIÓCESIS DE  DOLORES

 Carta Pastoral

Hemos venido para Servir

1. Hemos venido para servir (Mt 20,28); esta expresión, profundamente evangélica, resume el espíritu con el que estamos llamados a vivir nuestra fe y nuestra misión en la Iglesia. Así como el Hijo del hombre vino no a ser servido, sino a servir, el Obispo como enviado y como sucesor de los Apóstoles, está llamado a ponerse al servicio de los demás; dejando de lado el poder, el abuso de autoridad y el sentido de superioridad.

2. Siguiendo el ejemplo del Maestro; porque Jesús, nuestro Señor, no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos (cf. Mt 20,28). Su vida entera fue un acto de amor y entrega. Él lavó los pies de sus discípulos, acogió a los marginados, sanó a los enfermos y ofreció consuelo a los que sufrían. Su ejemplo es nuestro camino, y su servicio, nuestra vocación. La actitud de Jesús al abajarse y lavar los pies de los discípulos es un llamado para que nosotros como sus servidores, dependiendo el ministerio recibido, nos abajemos y aprendamos la virtud de la humildad, de la sencillez y sobre todo la caridad para con aquel que nos rodea y acompaña.

3. Una Iglesia en salida, una Iglesia servidora

El Papa Francisco constantemente nos invitaba a ser una Iglesia en salida, una Iglesia que no se encierra en sí misma, sino que sale al encuentro del otro, especialmente del que más sufre, del que está solo, del que ha perdido la esperanza. Servir no es solo una acción externa; es una actitud del corazón. Es mirar al hermano con compasión y responder con generosidad. Por ello es tiempo de que escudriñemos las actitudes de nuestro corazón y la manera en que nos relacionamos con los demás, dejando de lado nuestro orgullo, nuestras prepotencias, y recalco, el deseo de poder y superioridad.

4. Servir desde la humildad y la entrega

Nuestro servicio no debe buscar protagonismo ni reconocimiento. Debe nacer de un corazón humilde que ha sido tocado por el amor de Dios. Servir es también escuchar, acompañar, perdonar, y estar disponibles. En el silencio del servicio cotidiano, en los gestos simples, se construye el Reino de Dios. Podríamos preguntarnos: ¿Cómo podemos obtener la virtud del servicio silencioso y humilde? En una sencilla palabra, pero que en la acción obtiene mucho poder: "Oración". La oración pero la "oración confiada", que brota desde lo más profundo del corazón; la oración es el medio por el cual nos acercamos a Dios, y en el podemos obtener un encuentro pleno y verdadero con su persona, recordemos aquí aquel pasaje del Evangelista San Mateo: "Cuando quieras orar entra en tu cuarto, cierra la puerta, y tu padre que ve en lo secreto te recompensará." (cf. Mt 6,6) Es decir entrar en lo profundo de la habitación del corazón y ahí hacer un encuentro verdadero con el Señor, pidiéndole esa virtud de humildad, de sencillez, presentándole desde el corazón nuestras propias necesidades y Él que recompensa en lo secreto no se hará esperar.

5. Ámbitos de servicio en nuestra comunidad

Los invito a reflexionar: ¿Dónde puedo servir hoy? ¿A quién puedo tender la mano? Desde nuestras familias, parroquias, comunidades y trabajos, todos tenemos un lugar donde ser instrumentos del amor de Dios. Nuestro servicio se expresa en la catequesis, en la liturgia, en la ayuda a los pobres, en la visita a los enfermos, en la formación, en el cuidado de los jóvenes y ancianos, en cada tarea que se realiza con amor. Eso sí, poniendo en primer lugar la caridad, haciendo lo que hacemos como indicaba anteriormente, desde el corazón, sin pensar recibir nada a cambio, sin esperar ser vanagloriado o exaltado.

6. Con María, servidora del Señor

La Virgen María, humilde esclava del Señor, es nuestro modelo perfecto. Ella respondió con un "sí" generoso al plan de Dios y corrió presurosa a servir a su prima Isabel. Que ella nos enseñe a decir cada día: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad". Tenemos el ejemplo y el modelo perfecto, María Santísima, acojamos su enseñanza, acojamos su ejemplo, de sencillez, humildad y sobre todo ese silencio maternal con el que Ella se caracterizó.


Queridos hermanos todos, hemos venido para servir. Esa es nuestra identidad como discípulos de Cristo. Les animo a vivir este llamado con entusiasmo, con alegría, y con confianza en que el Señor camina con nosotros.

Que el Espíritu Santo renueve en todos nosotros el deseo de servir con amor, y que nuestra comunidad sea un signo visible del Reino de Dios en medio del mundo.

Dado en el Palacio Apostólico de Dolores, a los catorce días del mes de junio del año Santo del Señor 2025.

✠ Mons. Kevin, Card. Miranda

Obispo Diocesano


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