ASUNTO N.º 6/2025

                                             


MONSEÑOR URIEL GARCÍA
POR GRACIA DE DIOS Y DE LA SANTA SEDE APOSTÓLICA
OBISPO DIOCESANO DE LA DIÓCESIS DE  DOLORES

Queridos hermanos todos:

El Señor nos hace un llamado a través del Evangelio de Lucas (6, 17. 20-26), donde nos presenta el camino de las Bienaventuranzas, mostrándonos la verdadera felicidad en el Reino de Dios.

Jesús proclama bienaventurados a los pobres, a los que tienen hambre, a los que lloran y a aquellos que son perseguidos por causa del Hijo del Hombre. Pero también lanza advertencias a quienes han puesto su seguridad en las riquezas, en la comodidad y en la aprobación de los demás. Nos invita a reflexionar: ¿Dónde está nuestro verdadero tesoro? ¿En lo material y pasajero, o en Dios y su amor eterno?

Hermanos en la fe, en un mundo donde el éxito se mide por lo que se tiene y no por lo que se es, el mensaje de Jesús nos desafía. Nos recuerda que la felicidad no está en el poder, el dinero o la fama, sino en la humildad, la confianza en Dios y el servicio a los demás. ¿Realmente vivimos conforme a este Evangelio?

Muchas veces buscamos la seguridad en cosas externas, nos preocupamos por acumular, por recibir elogios y por evitar cualquier sufrimiento. Pero Jesús nos muestra otro camino: el de la confianza en el Padre, el de compartir con el necesitado, el de encontrar alegría en medio de las pruebas.

El Señor nos llama a dejar atrás la superficialidad y a vivir con autenticidad el Evangelio. Ser bienaventurado no es sinónimo de tener una vida fácil, sino de tener el corazón puesto en Dios. No se trata solo de renunciar a bienes materiales, sino de tener un corazón desprendido, libre de la esclavitud del egoísmo y abierto a la voluntad de Dios.

Queridos hermanos, hoy más que nunca necesitamos testigos de estas Bienaventuranzas, personas que vivan con radicalidad el amor de Cristo. Que nuestras vidas sean signo de esperanza para el mundo, testimonio del Reino de Dios que ya está entre nosotros.


Dado en Dolores, a los veintitrés (16) días del mes de febrero del año dos mil veinticinco (2025)


 Mons. Uriel García
 Obispo Diocesano
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